LOGRAR Y CONSERVAR UN FÍSICO DURO
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Un bajo porcentaje de grasa corporal. Abdominales marcados. Brazos
musculados. Cuádriceps con cortes profundos. ¿Son estos atributos
fruto de un programa de entrenamiento infalible?, ¿de una dieta perfecta?, ¿de los fármacos? Sí, no, y quizás. Casi con toda seguridad,
obedecen a una producción hormonal favorable; es decir, un nivel alto
de testosterona y, más importante aún, bajo de estrógenos.
✎ Por Nelson Montana
Hay personas con suerte. Tienen por naturaleza un nivel bajo de estrógenos y siempre, siempre, están definidas.
Los estrógenos desempeñan funciones vitales en ambos sexos, pero especialmente en las mujeres, pues permiten la producción de la leche materna: fantástico si estáis pensando en tener un hijo, pero un auténtico obstáculo si lo que deseáis es un cuerpo duro. En un hombre, los efectos de un nivel alto de estas hormonas pueden ser desastrosos.
Los estrógenos confieren un aspecto hinchado y fofo y levantan un muro contra el desarrollo muscular. Por eso las mujeres presentan un físico más blando que el de los hombres, a menos que experimenten con hormonas masculinas (o sea, esteroides).
Sí, los esteroides inclinan la balanza en favor de los andrógenos, pero el cuerpo, infatigable en su empeño de mantener la homeostasis, suele compensar el consumo excesivo de esas hormonas produciendo más estrógenos. En los casos extremos, no sólo se acaba con un cuerpo inflado, sino con un mayor riesgo de sufrir ginecomastia (aparición de tejido mamario).
Por eso numerosos culturistas de competición incluyen fármacos antiestrogénicos en sus ciclos de esteroides, como Nolvadex, Arimidex y Teslac, todos ellos con infinidad de efectos secundarios. Cabe destacar, sin embargo, que la propensión a este trastorno está determinada por la genética: hay quienes no lo padecen jamás —ni tomando toneladas de esteroides— y deportistas naturales que lo desarrollan porque su organismo genera demasiados estrógenos.
Orígenes griegos
Los desequilibrios hormonales no son nada nuevo.
Documentos y artilugios históricos demuestran que la preocupación por los estrógenos y la ginecomastia data de la Grecia clásica. Allí nació el término ginecomastia: gine significa ‘mujer’, y mastos ‘senos’.
Al parecer, Aristóteles había estudiado este problema, y el médico Paulo de Egineta, que creía que se trataba de formación de grasa, describe en sus obras un procedimiento quirúrgico primitivo para extirpar la ginecomastia.
De tal palo, tal astilla
Es frecuente que los hombres de más edad presenten un nivel bajo de testosterona y alto de estrógenos, en especial de estradiol (el más potente), lo que favorece la acumulación de tejido graso en las mamas. Pero eso no es todo, porque a ello se suma la flaccidez de la piel, el aumento de peso y la pérdida de tono muscular.
En un episodio de la serie de televisión Seinfeld se abordaba esta cuestión, cuando George vio, consternado, que a su padre le habían salido pechos.
A George le horrorizaba el futuro que le esperaba, y no le faltaba razón, porque ese desarrollo mamario es hereditario.
La adolescencia
También la pubertad se caracteriza por la proporción desfavorable entre la testosterona y los estrógenos.
Los chicos secretan hormonas en cantidades industriales, pero puede que su organismo no haya creado las enzimas necesarias para convertirlas en testosterona libre.
Resultado: un aumento de la aromatasa, una enzima que transforma los andrógenos en estrógenos (aromatización) y que puede propiciar la aparición de la ginecomastia o, al menos, la retención de líquidos. Es lo que se denomina grasa infantil.
El organismo reacciona a los esteroides como en la pubertad: crecimiento, apetito sexual, acné y retención de líquidos, y con la misma incapacidad del hígado para hacer frente a una mayor presencia de la testosterona, parte de la cual se convierte en estrógenos para mantener el equilibrio hormonal. Cuanto más alto sea el nivel de testosterona —endógena o exógena—, más probabilidades hay de que se produzca esta aromatización.
Aunque afecta sobre todo a los jóvenes, los hombres mayores y los consumidores de esteroides, estos desequilibrios pueden tener otras causas: las toxinas ambientales, la contaminación, los metales pesados, la radiación e incluso los iones de los ordenadores. La falta de luz natural también puede alterar la producción hormonal, y se ha relacionado el
consumo de alcohol y de marihuana con una disminución de la secreción de testosterona.
Somos lo que comemos
La alimentación constituye otro factor importante. El exceso de peso puede originar flaccidez en el pecho, y la dieta baja en grasa de muchos vegetarianos reduce la producción de testosterona. Ciertos alimentos, como el tofu crudo, contienen ingredientes similares a los estrógenos, lo que puede alterar la proporción hormonal. El aislado de soja, que se emplea como fuente proteínica, no presenta este problema.
Hormonas, hormonas y más hormonas
Tal vez los prohormonales (suplementos pensados en un principio para estimular el desarrollo muscular) han contribuido también al aumento del nivel de estrógenos y de la incidencia de la ginecomastia que se ha detectado en los últimos años. La androstenediona, por ejemplo, no sólo se convierte en testosterona, sino también en estrona, un estrógeno suave.
Los prohormonales causan un pico de testosterona demasiado rápido para que el hígado reaccione, lo que favorece la aromatización. La caída repentina del nivel inhibe el eje hipotálamohipófiso-testicular (HPTA), que estimula la producción de la testosterona del propio organismo y, por lo tanto, un posible aumento de los estrógenos. Y los prohormonales transdérmicos no son mejores; al contrario: prolongan la inhibición, con el consiguiente riesgo de pérdida de la libido a largo plazo.
El exceso de estrógenos tiene infinidad de consecuencias negativas. Los culturistas que deseen controlar estas hormonas para conservar la dureza de su físico no necesitan recurrir a los fármacos. De hecho, los compuestos antiestrogénicos más potentes se encuentran en
los vegetales.
Crucíferas
Nuestra madre nos decía que hay que comer verduras, aunque probablemente no sabía cuánto contribuyen al desarrollo muscular. Alimentos como la col, el brécol y los rábanos contienen fitonutrientes (compuestos de origen vegetal que, según los estudios, desempeñan un papel activo en la prevención de enfermedades) y una sustancia muy interesante denominada indol-3-carbinol, que se une a los estrógenos y los expele mediante la orina. Por si eso no fuera razón suficiente para consumirlos, los científicos han descubierto que las verduras de la familia de las crucíferas aportan otro elemento fascinante: el calcio-dglucarato.
¿Qué tipo de calcio?
El calcio-d-glucarato inhibe una enzima llamada betaglucuronidasa.
Entre otros mecanismos, el exceso de estrógenos y sustancias tóxicas se elimina por las heces mediante la adhesión en el hígado del ácido glucurónico.
La betaglucuronidasa rompe el enlace del ácido glucurónico e impide la expulsión de los estrógenos o las toxinas, que vuelven a absorberse, un efecto nada conveniente si lo que se pretende es un cuerpo lo más duro y musculado posible.
Sin embargo, el calcio-dglucarato neutraliza la acción de la betaglucuronidasa y permite que el hígado mantenga el equilibrio hormonal.
El calcio-d-glucarato no es un nutriente esencial, por lo que no existen los estados carenciales. No obstante, parece que 400 miligramos diarios proporcionan una protección considerable contra un alto nivel de estrógenos, pero ello implicaría un gran consumo de verduras, por lo que tal vez habría que plantearse la posibilidad de tomar un suplemento.
Otros productos naturales que ayudan a reducir el nivel de estrógenos
Los alimentos y los suplementos también son útiles para reducir el nivel de estrógenos y elevar el de testosterona. A continuación, os ofrecemos una lista de sustancias que podéis incorporar a la dieta.
Zinc.
Aunque sólo en casos excepcionales se derivan enfermedades de un estado carencial, este mineral es importante para un correcto funcionamiento hormonal. En los hombres, los valores de zinc han disminuido considerablemente en los últimos 20 años. Ello puede responder a diversos factores, como un elevado grado de estrés o el consumo de alimentos criados en un suelo desprovisto de nutrientes. Los suplementos constituyen un modo cómodo y económico de salvaguardar la producción de testosterona.
Aceite de semilla de lino.
Este aceite vegetal contiene ácidos grasos esenciales, entre ellos el ácido alfalinolénico (un aceite omega 3), y lignanos, un compuesto con propiedades anticancerígenas. Guarda relación con los estrógenos porque la ginecomastia es, en esencia, un tumor benigno.
Por sus beneficios para la salud, la fuerza y el equilibrio hormonal, todos los culturistas deberían incluir el aceite de semilla de lino en su programa de suplementos. También pueden añadir las semillas en su forma original a los cereales del desayuno.
Isoflavonoides.
Esta sustancia natural actúa de una forma similar al Clomid. Se trata de un estrógeno débil que ayuda a ocupar los receptores específicos y a evitar la producción endógena. Abunda en el aislado de soja y puede tomarse en una concentración aún mayor mediante los suplementos.
Huevos enteros.
El colesterol es la unidad básica de todas las hormonas, incluida la testosterona, por lo que los huevos deberían constituir uno de los pilares de la alimentación de cualquier culturista.
Fibra.
Como sabéis, la fibra se une a la grasa y favorece su expulsión en el aparato digestivo, pero también facilita la eliminación del exceso de estrógenos. Por ello, su consumo (y el de agua) posee un valor incalculable para los culturistas.
La ciencia de las hierbas
La herbología dista mucho de ser una ciencia exacta, pero el uso de plantas para elevar la producción de testosterona y reducir la de estrógenos no debería descartarse. Aquí tenéis algunas de las que pueden serviros para combatir los estragos que causan los estrógenos
en la definición.
‘Avena sativa’.
Se ha demostrado que esta gramínea aumenta el apetito sexual y la función eréctil, así como el nivel de testosterona, lo que ayuda a estabilizar el HPTA tras un ciclo de esteroides.
‘Muira puama’.
Los estudios científicos indican que esta hierba exótica resulta bastante eficaz para liberar la testosterona unida (inerte). Con la edad, el incremento de la SHBG (globulina a la que se une una hormona sexual) impide que la testosterona ejerza sus acciones anabólicas.
Ortiga.
Esta planta, rica en minerales, actúa de manera similar a la muira puama y reduce la prolactina (una hormona femenina).
‘Tribulus terrestris’.
El Tribulus estimula la hormona luteinizante (LH), que, a su vez, activa la hormona estimuladora de folículo (FSH), que, a su vez, aumenta la secreción de la testosterona y reduce la de estrógenos. Conviene utilizar una fórmula con saponinas activas y protodioscina; de lo contrario, no dará resultado. Si no se activa la FSH, no se produce ningún cambio. Por eso hay tantas personas descontentas con su suplemento.
‘Saw palmetto’.
Un bajo porcentaje de grasa corporal. Abdominales marcados. Brazos
musculados. Cuádriceps con cortes profundos. ¿Son estos atributos
fruto de un programa de entrenamiento infalible?, ¿de una dieta perfecta?, ¿de los fármacos? Sí, no, y quizás. Casi con toda seguridad,
obedecen a una producción hormonal favorable; es decir, un nivel alto
de testosterona y, más importante aún, bajo de estrógenos.
✎ Por Nelson Montana
Hay personas con suerte. Tienen por naturaleza un nivel bajo de estrógenos y siempre, siempre, están definidas.
Los estrógenos desempeñan funciones vitales en ambos sexos, pero especialmente en las mujeres, pues permiten la producción de la leche materna: fantástico si estáis pensando en tener un hijo, pero un auténtico obstáculo si lo que deseáis es un cuerpo duro. En un hombre, los efectos de un nivel alto de estas hormonas pueden ser desastrosos.
Los estrógenos confieren un aspecto hinchado y fofo y levantan un muro contra el desarrollo muscular. Por eso las mujeres presentan un físico más blando que el de los hombres, a menos que experimenten con hormonas masculinas (o sea, esteroides).
Sí, los esteroides inclinan la balanza en favor de los andrógenos, pero el cuerpo, infatigable en su empeño de mantener la homeostasis, suele compensar el consumo excesivo de esas hormonas produciendo más estrógenos. En los casos extremos, no sólo se acaba con un cuerpo inflado, sino con un mayor riesgo de sufrir ginecomastia (aparición de tejido mamario).
Por eso numerosos culturistas de competición incluyen fármacos antiestrogénicos en sus ciclos de esteroides, como Nolvadex, Arimidex y Teslac, todos ellos con infinidad de efectos secundarios. Cabe destacar, sin embargo, que la propensión a este trastorno está determinada por la genética: hay quienes no lo padecen jamás —ni tomando toneladas de esteroides— y deportistas naturales que lo desarrollan porque su organismo genera demasiados estrógenos.
Orígenes griegos
Los desequilibrios hormonales no son nada nuevo.
Documentos y artilugios históricos demuestran que la preocupación por los estrógenos y la ginecomastia data de la Grecia clásica. Allí nació el término ginecomastia: gine significa ‘mujer’, y mastos ‘senos’.
Al parecer, Aristóteles había estudiado este problema, y el médico Paulo de Egineta, que creía que se trataba de formación de grasa, describe en sus obras un procedimiento quirúrgico primitivo para extirpar la ginecomastia.
De tal palo, tal astilla
Es frecuente que los hombres de más edad presenten un nivel bajo de testosterona y alto de estrógenos, en especial de estradiol (el más potente), lo que favorece la acumulación de tejido graso en las mamas. Pero eso no es todo, porque a ello se suma la flaccidez de la piel, el aumento de peso y la pérdida de tono muscular.
En un episodio de la serie de televisión Seinfeld se abordaba esta cuestión, cuando George vio, consternado, que a su padre le habían salido pechos.
A George le horrorizaba el futuro que le esperaba, y no le faltaba razón, porque ese desarrollo mamario es hereditario.
La adolescencia
También la pubertad se caracteriza por la proporción desfavorable entre la testosterona y los estrógenos.
Los chicos secretan hormonas en cantidades industriales, pero puede que su organismo no haya creado las enzimas necesarias para convertirlas en testosterona libre.
Resultado: un aumento de la aromatasa, una enzima que transforma los andrógenos en estrógenos (aromatización) y que puede propiciar la aparición de la ginecomastia o, al menos, la retención de líquidos. Es lo que se denomina grasa infantil.
El organismo reacciona a los esteroides como en la pubertad: crecimiento, apetito sexual, acné y retención de líquidos, y con la misma incapacidad del hígado para hacer frente a una mayor presencia de la testosterona, parte de la cual se convierte en estrógenos para mantener el equilibrio hormonal. Cuanto más alto sea el nivel de testosterona —endógena o exógena—, más probabilidades hay de que se produzca esta aromatización.
Aunque afecta sobre todo a los jóvenes, los hombres mayores y los consumidores de esteroides, estos desequilibrios pueden tener otras causas: las toxinas ambientales, la contaminación, los metales pesados, la radiación e incluso los iones de los ordenadores. La falta de luz natural también puede alterar la producción hormonal, y se ha relacionado el
consumo de alcohol y de marihuana con una disminución de la secreción de testosterona.
Somos lo que comemos
La alimentación constituye otro factor importante. El exceso de peso puede originar flaccidez en el pecho, y la dieta baja en grasa de muchos vegetarianos reduce la producción de testosterona. Ciertos alimentos, como el tofu crudo, contienen ingredientes similares a los estrógenos, lo que puede alterar la proporción hormonal. El aislado de soja, que se emplea como fuente proteínica, no presenta este problema.
Hormonas, hormonas y más hormonas
Tal vez los prohormonales (suplementos pensados en un principio para estimular el desarrollo muscular) han contribuido también al aumento del nivel de estrógenos y de la incidencia de la ginecomastia que se ha detectado en los últimos años. La androstenediona, por ejemplo, no sólo se convierte en testosterona, sino también en estrona, un estrógeno suave.
Los prohormonales causan un pico de testosterona demasiado rápido para que el hígado reaccione, lo que favorece la aromatización. La caída repentina del nivel inhibe el eje hipotálamohipófiso-testicular (HPTA), que estimula la producción de la testosterona del propio organismo y, por lo tanto, un posible aumento de los estrógenos. Y los prohormonales transdérmicos no son mejores; al contrario: prolongan la inhibición, con el consiguiente riesgo de pérdida de la libido a largo plazo.
El exceso de estrógenos tiene infinidad de consecuencias negativas. Los culturistas que deseen controlar estas hormonas para conservar la dureza de su físico no necesitan recurrir a los fármacos. De hecho, los compuestos antiestrogénicos más potentes se encuentran en
los vegetales.
Crucíferas
Nuestra madre nos decía que hay que comer verduras, aunque probablemente no sabía cuánto contribuyen al desarrollo muscular. Alimentos como la col, el brécol y los rábanos contienen fitonutrientes (compuestos de origen vegetal que, según los estudios, desempeñan un papel activo en la prevención de enfermedades) y una sustancia muy interesante denominada indol-3-carbinol, que se une a los estrógenos y los expele mediante la orina. Por si eso no fuera razón suficiente para consumirlos, los científicos han descubierto que las verduras de la familia de las crucíferas aportan otro elemento fascinante: el calcio-dglucarato.
¿Qué tipo de calcio?
El calcio-d-glucarato inhibe una enzima llamada betaglucuronidasa.
Entre otros mecanismos, el exceso de estrógenos y sustancias tóxicas se elimina por las heces mediante la adhesión en el hígado del ácido glucurónico.
La betaglucuronidasa rompe el enlace del ácido glucurónico e impide la expulsión de los estrógenos o las toxinas, que vuelven a absorberse, un efecto nada conveniente si lo que se pretende es un cuerpo lo más duro y musculado posible.
Sin embargo, el calcio-dglucarato neutraliza la acción de la betaglucuronidasa y permite que el hígado mantenga el equilibrio hormonal.
El calcio-d-glucarato no es un nutriente esencial, por lo que no existen los estados carenciales. No obstante, parece que 400 miligramos diarios proporcionan una protección considerable contra un alto nivel de estrógenos, pero ello implicaría un gran consumo de verduras, por lo que tal vez habría que plantearse la posibilidad de tomar un suplemento.
Otros productos naturales que ayudan a reducir el nivel de estrógenos
Los alimentos y los suplementos también son útiles para reducir el nivel de estrógenos y elevar el de testosterona. A continuación, os ofrecemos una lista de sustancias que podéis incorporar a la dieta.
Zinc.
Aunque sólo en casos excepcionales se derivan enfermedades de un estado carencial, este mineral es importante para un correcto funcionamiento hormonal. En los hombres, los valores de zinc han disminuido considerablemente en los últimos 20 años. Ello puede responder a diversos factores, como un elevado grado de estrés o el consumo de alimentos criados en un suelo desprovisto de nutrientes. Los suplementos constituyen un modo cómodo y económico de salvaguardar la producción de testosterona.
Aceite de semilla de lino.
Este aceite vegetal contiene ácidos grasos esenciales, entre ellos el ácido alfalinolénico (un aceite omega 3), y lignanos, un compuesto con propiedades anticancerígenas. Guarda relación con los estrógenos porque la ginecomastia es, en esencia, un tumor benigno.
Por sus beneficios para la salud, la fuerza y el equilibrio hormonal, todos los culturistas deberían incluir el aceite de semilla de lino en su programa de suplementos. También pueden añadir las semillas en su forma original a los cereales del desayuno.
Isoflavonoides.
Esta sustancia natural actúa de una forma similar al Clomid. Se trata de un estrógeno débil que ayuda a ocupar los receptores específicos y a evitar la producción endógena. Abunda en el aislado de soja y puede tomarse en una concentración aún mayor mediante los suplementos.
Huevos enteros.
El colesterol es la unidad básica de todas las hormonas, incluida la testosterona, por lo que los huevos deberían constituir uno de los pilares de la alimentación de cualquier culturista.
Fibra.
Como sabéis, la fibra se une a la grasa y favorece su expulsión en el aparato digestivo, pero también facilita la eliminación del exceso de estrógenos. Por ello, su consumo (y el de agua) posee un valor incalculable para los culturistas.
La ciencia de las hierbas
La herbología dista mucho de ser una ciencia exacta, pero el uso de plantas para elevar la producción de testosterona y reducir la de estrógenos no debería descartarse. Aquí tenéis algunas de las que pueden serviros para combatir los estragos que causan los estrógenos
en la definición.
‘Avena sativa’.
Se ha demostrado que esta gramínea aumenta el apetito sexual y la función eréctil, así como el nivel de testosterona, lo que ayuda a estabilizar el HPTA tras un ciclo de esteroides.
‘Muira puama’.
Los estudios científicos indican que esta hierba exótica resulta bastante eficaz para liberar la testosterona unida (inerte). Con la edad, el incremento de la SHBG (globulina a la que se une una hormona sexual) impide que la testosterona ejerza sus acciones anabólicas.
Ortiga.
Esta planta, rica en minerales, actúa de manera similar a la muira puama y reduce la prolactina (una hormona femenina).
‘Tribulus terrestris’.
El Tribulus estimula la hormona luteinizante (LH), que, a su vez, activa la hormona estimuladora de folículo (FSH), que, a su vez, aumenta la secreción de la testosterona y reduce la de estrógenos. Conviene utilizar una fórmula con saponinas activas y protodioscina; de lo contrario, no dará resultado. Si no se activa la FSH, no se produce ningún cambio. Por eso hay tantas personas descontentas con su suplemento.
‘Saw palmetto’.
el saw palmetto aumenta la testosterona por medio de bloquear su conversion en DHT dihidrotestosterona y tiene tambien efectos anti estrogenicos.
‘Coleus forskohlii’.
Regula la función de las hormonas, incluida la T3 (tiroidea), que controla los estrógenos.
Silimarina.
Conocida también como cardo mariano, esta hierba actúa como limpiador del hígado. La silimarina favorece la salud de este órgano, esencial para el equilibrio hormonal.
Conclusión
No todo el mundo posee el nivel de testosterona necesario para convertirse en un atleta de élite, ni un nivel tan bajo de estrógenos que le permita lucir un físico con un porcentaje de grasa corporal de un solo dígito. Pero con los consejos que aquí se han expuesto podemos corregir los desequilibrios de una manera sana y natural.
A partir de ahora, aseguraos de controlar los estrógenos. Comprobaréis que conservar la dureza muscular os resultará mucho más fácil.
‘Coleus forskohlii’.
Regula la función de las hormonas, incluida la T3 (tiroidea), que controla los estrógenos.
Silimarina.
Conocida también como cardo mariano, esta hierba actúa como limpiador del hígado. La silimarina favorece la salud de este órgano, esencial para el equilibrio hormonal.
Conclusión
No todo el mundo posee el nivel de testosterona necesario para convertirse en un atleta de élite, ni un nivel tan bajo de estrógenos que le permita lucir un físico con un porcentaje de grasa corporal de un solo dígito. Pero con los consejos que aquí se han expuesto podemos corregir los desequilibrios de una manera sana y natural.
A partir de ahora, aseguraos de controlar los estrógenos. Comprobaréis que conservar la dureza muscular os resultará mucho más fácil.